Carmenère, un tesoro escondido

Carmenère, un tesoro escondido

Se estima que las primeras vides bordolesas llegaron al valle del Maipo y Cachapoal a mediados del siglo XIX.  Particularmente la variedad Merlot, una variedad francesa que en ese entonces estaba muy de moda.

Al poco andar los viñedos de Merlot de esta zona empezaron a llamar la atención, ya que adquirían un color rojo intenso en otoño y el vino tenía un carácter particularmente especiado y aterciopelado, que las diferenciaba de otras expresiones de la variedad.

En la búsqueda de entender por qué este Merlot se diferenciaba tanto con el que se producía en Francia y en otras zonas de Chile, es que los viticultores particularmente del valle de Cachapoal comenzaron a separar las plantas. De esta forma, las más sanas y fuertes, empezaron a ser reproducidas en nuevos viñedos adquiriendo el nombre Merlot chileno o Merlot tardío.

Esto ocurrió hasta 1994 cuando el ampelógrafo francés, Jean Michel Boursiquot, comprobó que el Merlot chileno, en realidad se trataba de otra cepa francesa que por años se pensó que estaba extinguida: la Carmenère.

Esta cepa, la Carmenère, era una de los más importantes componentes de cepas tintas de Burdeos, y en 1860, sufrió los devastadores ataques de la filoxera, plaga que destruyó viñedos completos en Europa, bajo la mirada de sus dueños que no pudieron hacer absolutamente nada. Producto de esta devastación, la Carmenère se encontraba prácticamente extinto en el mundo.

En cuando a su vinificación, luego de escoger los racimos más afectados por la pasificación y el desarrollo del hongo, se seleccionan las bayas y se despalillan grano por grano a mano. Se prensan en prensas hidráulicas verticales, de manera que se obtienen dos tipos de jugos, uno más fluido o líquido y otro que es una suerte de miel, concentrado y más viscoso. Ambos se fermentan en barricas por casi un año.

Al mismo tiempo, nosotros, los enólogos, hemos aprendido enormemente durante estos 25 años, que requiere de ciertos cuidados para la obtener una buena expresión. Un ejemplo de esto es nuestro Morandé Gran Reserva Carmenère, un vino elaborado con uvas de nuestro viñedo de San Bernardo en el valle del Maipo, en donde la cepa obtiene un desarrollo bastante único, que combina estructura y elegancia junto a un carácter frutal, complejo que representa lo mejor de esta cepa. Marcadas notas a frutos negros, especias como pimienta, pimentón rojo asado, casándose muy bien con las notas a chocolate y grafito desarrolladas durante su guarda en fudres y barricas francesas.

Así también, hemos tenido grandes sorpresas como con nuestro Terroir Wines Carmenère-Malbec del valle del Maule, es un vino en donde la cepa le entrega notas especiadas que le aportan un toque distintivo en nariz.

Y es que el redescubrimiento de esta cepa fue encontrar un verdadero tesoro escondido, que le ha permitido a la viticultura chilena mostrar diversidad y carácter único, convirtiendo al Carmenère en un vino de renombre mundial, asociado a Chile, lo que implica una gran oportunidad y un gran desafío y responsabilidad.

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