04 Nov MORANDÉ ADVENTURE ANTIGUAS RAÍCES: UN HOMENAJE A LAS VIÑAS VIEJAS DEL MAULE
Hablar de Antiguas Raíces siempre me hace recordar por qué comencé a hacer vino.
Esta etiqueta nace de esa inquietud por explorar, de mis pasiones más profundas en el mundo del vino, de la necesidad de salirse un poco de las reglas y dejar que el terroir y las variedades hablen por sí mismas. Es un vino que firmo con orgullo dentro del portafolio de Morandé Adventure, una línea donde los enólogos del Morandé Wine Group tenemos la libertad de experimentar y crear algo verdaderamente propio.
Antes de hablar específicamente de Antiguas Raíces, quiero decir que siempre he sentido una gran afinidad por las variedades del sur del Ródano, en Francia, una zona de clima mediterráneo cálido y seco. Las condiciones de veranos cálidos e inviernos suaves son muy similares a las del Secano del Maule, especialmente en las zonas de la Cordillera de la Costa.
Fue precisamente en San Elena de Loncomilla donde encontramos un viñedo plantado en los años 50 con variedades típicas del sur del Ródano. En esos suelos graníticos y arcillosos, pobres en nutrientes pero ricos en carácter, prosperan desde hace más de 70 años viñas que crecen en suaves colinas. Algunas están conducidas en espaldera, como las de garnacha y marsanne, y otras en sistema gobelet o en cabeza, como las de syrah y carignan.
Antiguas Raíces es el resultado de un ensamblaje de uvas tintas y blancas: garnacha, syrah, carignan, marsanne y roussanne. Pero más que un blend, es una combinación entre la singularidad de estas variedades y la fuerza y carácter de las parras viejas del Maule. Su nombre es mi pequeño homenaje a esas plantas antiguas que siguen entregándonos uvas de una pureza y expresión notables.
En la vinificación opté por un proceso de cofermentación — el syrah con el marsanne y el carignan con el roussanne — y una maceración muy particular, que otorgan al vino una textura y un perfil aromático únicos. El resultado es un tinto eminentemente frutal, con notas de frutos rojos frescos, gran acidez, frescor y una complejidad que me cautiva en cada cosecha.
Es un vino del que me siento profundamente orgulloso, y que los invito a descubrir con calma. Porque el Maule, con toda su rusticidad y belleza, aún guarda tesoros que solo él puede revelar.
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